martes, 3 de agosto de 2010

LA MEMORIA DE IGNACIO ELLACURÍA

Vemos con preocupación, como dentro del imaginario social de jóvenes y no tan jóvenes, no se tiene presente suficientemente a muchos trabajadores de los distintos campos del saber y de la acción. Se están a conmemorar el veinte aniversario del asesinato del los jesuitas de la Universidad Católica de Centro América (UCA). Con independencia de su compromiso religioso, o por su compromiso religioso, Ellacuría y sus compañeros de martirio, como tantos otros, ofrecen una muestra clara de los valores que debería presidir la acción ciudadana de nuestro mundo postmoderno, pero ocurre que estos valores han sido suplantados por otras formas de vivir: la poesía es sustituida por la prosa, la miseria de intenciones ha ganado a lo heroico, lo particular de la cotidianidad obscurece a lo universal.
Ellacuría con otros muchos han ayudado a construir una teología que partía del presente histórico del país en que se vive. Se trata de reflexionar como teólogo y como ciudadano –¿por qué ha de haber oposición entre ambos?- sobre el drama histórico de la marginación social, de la emigración, del ateismo, de la eliminación física y política del discrepante. Esto significaba incorporar a la fe aquello que había vivo, y la vida aquello que creía. Lo que fue novedoso en los años 70 lamentablemente lo sigue siendo hoy, y no porque las circunstancias se hayan modificado en beneficio de lo espiritual.
Teología de la Liberación fue el nombre que se otorgó en aquel momento a este movimiento de compromiso evangélico de la fe con la miseria económica y espiritual. Quizá fue un nombre no apropiado para significar la realidad que trataba de expresar. La Fe siempre busca la liberación, en este sentido no es nuevo el mensaje de Ellscuría; lo novedoso reside en determinar quien es el sujeto a quien se ha de liberar y de que y quien ha de liberar. Los pobres, los miserables de espíritu –pobres o ricos- son los que han de ser liberados y la fe en ellos mismos, la trascendencia de su personalidad es lo que los ha de liberar.
El testimonio bíblico y ciudadano no se reducen a un “simple” democratismo formal. La riqueza de las personas no ha de ser malmetida por un burocratismo ortopédico.


Moncho Ramos Requejo

domingo, 1 de agosto de 2010

REGLAMENTAR EL ORDEN

Quizá uno de los problemas más difíciles con los que se encuentra el educador es la elaboración de la imagen de sí mismo que ha de tener el educando. Los muchachos y muchachas llegan a la escuela cargados con las experiencias de su medio social y sin una imagen del futuro. Una vida familiar pobre en un medio sobresaturado de falsos modelos no ayudan a crear el modelo de persona que querrían ser. El trabajo del educador no debe consistir en hacer del educando un almacén de datos inconexos sino una persona con esperanzas y confianza en sí mismo.
A raíz de diversos atentados, se impuso la llamada utopía reaccionaria: más seguridad a cambio de menos libertad. La multiplicación de prohibiciones dictadas por la Administración sin el acompañamiento de una explicación ha alimentado la sensación colectiva de que, a base de dictar reglas para mejorar la convivencia, se han acotado más allá de lo razonable los márgenes de libertad que se asocian a una sociedad plural. Es dudoso que esa forma de pesimismo social sea el clima de progreso para una sociedad creativa. Una sociedad ordenancista incapaz de autorregularse genera cada día más prohibiciones, sin que al final se logre el orden y la seguridad necesarios.
Es cierto que una sociedad culturalmente plural, basada en el respeto a las libertades de los individuos, necesita poner al día además de las reglas de convivencia, la filosofía y la pedagogía que debe impregnar las diversas relaciones sociales, dinamizar el ejercicio de nuevas manifestaciones en la vida colectiva y establecer normas que permitan compartir un escenario común a ciudadanos con pulsiones muy diferentes.
Un instrumento insustituible para que las necesarias normas y reglas de convivencia sean efectivas es la imagen social e individual de que dispongan los ciudadanos para autogobernarse. La libertad explicada con coherencia y fundamentada racionalmente genera el clima que hace a los hombres y mujeres más libres. Una sociedad gobernada por la represión en el vacío, poco puede ofrecer a una sociedad ética.

LA BECESIDAD DE LEER Y ESCRIBIR

La lectura-escritura ha sido uno de los elementos imprescindibles de la educación; así lo han entendido los pedagogos de todos los tiempos. Leer y escribir de forma comprensiva, interpretativa, constructiva, son actividades que realmente incorporan en su seno, la mayoría de las necesidades que uno tiene de producción y comprensión del mundo como texto. La escritura es la traducción compleja y ordenada de innumerables fuerzas en un guión descifrable: en el fondo estas fuerzas convergen en un deseo de manifestarse de contribuir a hacer comunidad, una elección hecha por encima del deseo material de hablar y de leer.
Podemos estudiar la escritura como una actividad en la que entran en juego fuerzas identificables, algunas de ellas en combinación, otras desplazadas, otras más de retorno. Por tanto, el valor de la lectura-escritura, como recurso pedagógico, entra en juego la representación, la personificación, la imitación, la sugerencia y la expresión, mientras que la ausencia tiene que ver con el simbolismo, la connotación, la unidad inconsciente subyacente y la estructura. Escribir puede considerarse también como el escenario en el que metodológicamante tiene lugar la interacción de presencia y ausencia del sujeto en el escenario del mundo.
Las llamadas vacaciones, en particular para aquellos jóvenes que han puesto de manifiesto insuficiencias, consiste en repetir, memorizar. La resultante es que con frecuencia, las vacaciones supone ahondar en las deficiencias y hacerlas más recalcitrantes a cualquier terapia, pero no corregirlas. El problema suele ser de comunicación, y construcción de la personalidad y no de memoria. Podemos recurrir a la lectura-escritura como elemento ilustrativo; pero además nos puede ofrecer un recurso terapéutico. Aprender, comprender, memorizar, recrear impone desencadenar un número importante de proyectos de interacción social. escribir es construir nuestra personalidad y mostrarla; supone presentar un aspecto de la socialización que todo individuo debe asumir para hacerse ciudadano. La repetición material es una degradación de la inteligencia creativa, (Flaubert en el “Diccionario de las ideas recibidas”, la degradación no es una función de la contemplación de la sociedad humana como un sistema cerrado de estereotipos estúpidamente, sino una consecuencia en relación con otros.

Moncho Ramos Requejo

SOBERANISMO POLÍTICO

Que las cosas no suelen ser casi nunca lo que parece es un principio elemental en la observación de las sociedades. Si hubiera una plena coincidencia entre lo real y su representación no haría falta interpretar. Pero las cosas son más complejas. Una parte fundamental de la política consiste en llevar a cabo los resultados de dicha interpretación. Mal harían los dirigentes si creyeren que la última manifestación de Barcelona tiene un contenido nítidamente soberanista e independentista. Los políticos cuando no saben resolver los problemas reales de la ciudadanía, crean otros nuevos. Los signos son más difíciles de interpretar y tras la apariencia de abre una fosa indescifrable donde se ocultan los verdaderos significados de las cosas que nos pasan. Las pancartas suelen decir sólo parte de la verdad.
El soberanismo desde una perspectiva socialista está envuelto en exigencias distintas de otras opciones integristas territoriales o ideológicas; el socialista adquiere la identidad desde el compartir solidaria y equitativamente la riqueza; hay muchas maneras de ser socialista; los gris en política tiene el campo abonado. El nacionalista trata de engordar su identidad étnica, lo cultural forma parte de la estrategia reduccionista, la apoyatura para la diferencia y la segregación. La historia es muy elocuente, ocultarla es sembrar la acción política de incertidumbres y fracasos.
En la era de la globalización el soberanismo, la autodeterminación el independentismo son armas envenenadas; perturban la convivencia y dificultan el progreso, pero las utopías dejan de serlo cuando se trabajan los objetivos y las estrategias solidariamente y con realismo; llamar al acuerdo en una sociedad tan compleja se hace difícil. Todo es posible cuando se respeta lo humano, aun cuando apunten más allá de lo humanamente posible, producen una tensión creativa entre el presente y el futuro, entre lo realizado y los irrealizable. Las ideas que tensan nuestras expectativas son un antídoto eficaz contra el aventurerismo. El futuro debe estar abierto al pensamiento y a la acción. En este sentido, las utopías dignas de ser tomadas en serio resultan ser profundamente realistas gracias; gracias a ellas se percibe teórica y prácticamente algo que no había sido suficientemente advertido. En la medida en que llaman la atención sobre posibilidades remotas.

Moncho Ramos Requejo.

OTRA JUVENTUD TAMBIÉN EXISTE.

Con frecuencia nos presentan a la juventud en su aspecto inmaduro, agrio intolerante; es un análisis superficial e interesado. El ruido del botellón, de las tribus, de la droga, de la ausencia de compromisos ampliados por los medios de comunicación, nos hace difícil ver la otra cara de la realidad: la juventud humilde, sencilla, cooperadora, con intereses por saber más, siempre abierta a la innovación. La hojarasca llena de dificultades la visión de la realidad. Los creadores de opinión están dedicados a la noticia rápida, la formación de la personalidad no les interesa tanto. Se construye con mayor dedicación la imagen de una juventud opaca, conformista. La crisis económica nos ha hecho miedosos; ha entenebrecido nuestra juventud; nadie se arriesga a nada. El miedo es un recurso de la reacción.
La utopía de la autolimitación es una construcción ideológica que manejada inteligentemente da mucho juego. Todas las religiones se han servido del miedo para mantener su presencia en la sociedad. Se gobierna dominados por el miedo; miedo a perder las elecciones, al mercado, a la oposición que se agiganta. Pero si en otro tiempo, las utopías se manejaron como fuentes de legitimación, hoy están llamadas a ser incitaciones de legitimación del reconocimiento del propio valor para promocionar una visión joven de la sociedad. El paradigma del miedo ha de ser sustituido por la confianza.
Si somos capaces de establecer dentro de la sociedad una visión realista podremos construir la confianza en nosotros mismos y en las instituciones. Algo tan prosaico como una “patada” puede producir un gol que en momentos determinados puede levantar todas la expectativas e iluminar la sonrisa de todos los españoles. Pero no nos engañemos, esa “patada” ha sido precedida de muchos años de formación, de muchos intentos, de no pocos fracasos, de una estrategia, de una filosofía de la vida.
Los pedagogos clásicos son conscientes de que la juventud para triunfar ha de ser reconocida como fuerza. La juventud no es miedosa y ha desterrado de su panoplia el temor. Esta juventud existe pero lejos de amedrentarla se le han de ofrecer educación y motivaciones para desarrollar proyectos. Pero mientras la represión, la seguridad, el miedo sustituyan a la educación integral, respetuosa con la juventud, será imposible el progreso y la estabilidad.

Moncho Ramos Requejo
LR.30-VII-2010