domingo, 3 de enero de 2010

Claudio Movilla un juez constitucional

Con frecuencia algunos ciudadanos siguen siendo actuales al margen del tiempo. El juez Claudio Movilla Alvarez es una de estas figuras. En 1997 publicará juntamente con Manuel María Zorrila Ruiz Catedrático de la Universidad de Deusto un artículo que podría figurar como el frontispicio de su quehacer “Protección judicial efectiva de las libertades”
Claudio Movilla Álvarez a través de sus escritos y de su posicionamiento ante los problemas sociales y profesionales es una persona profundamente ética y ejemplar. Cuando el “otro” –el dictador- era la medida de todas las cosas, Claudio Movilla Alvarez convierte a los “otros” sus conciudadanos en la medida de todas sus preocupaciones políticas intelectuales sociales y morales. Hace de la protección de ellos su deber-ser.
El deber-ser sólo tiene lugar cuando responde a una elección libre, pero sólo se produce con lucidez si es una elección del individuo, del tú de la igualdad de las libertades. Una elección que, ningún conocimiento puede sustituir. El deber-ser tiene lugar plenamente, sólo en la con-vivencia de existencias irrepetibles, que se reconocen como irrepetibles. Sólo en el espacio político de una ciudadanía simétrica, en la que todos pueden ser herejes con respecto al otro, pero igualmente escuchados. Éste es el espacio de la democracia radical, en el que las libertades son lo primero, y producen igualdad o desaparecen de forma progresiva. Es el espacio que nunca podrá llevar a cabo todo esto, pero que lo perseguirá con ahínco si no quiere correr el riesgo de perderse, porque “no se alcanzaría lo posible si en el mundo no se volviera a intentar una y otra vez lo imposible”.
Hacer de la democracia un deber-ser de su personalidad cuando no hay democracia, es una tarea harto difícil.. Claudio Movilla Alvarez por defender los principios democráticos sufrió destierro y marginación; se convirtió en enemigo claro del último franquismo La democracia es una de las formas de convivencia más frágil y con más riesgo, pues no tiene nada de sagrado sobre lo que fundarse y a la que obedecer, sino sólo la elección de una dignidad sin igual de existencia irrepetible. Por tanto, si la ética no quiere contradecirse en obediencia, debe convertirse en política de la democracia radical, en una gramática para igualdad y la equidad simétrica.
La consecuencia más peligrosa de la libertad acaso sea la identificación de libertad con soberanía. Es la base teórico-práctica del totalitarismo.. Esta identidad conduce bien, a la negación de la libertad humana –al advertirse que sean lo que fueren, nunca son soberanos- bien a la comprensión de que la libertad de un hombre, de un grupo o de un cuerpo político sólo llega a alcanzarse a costa de la libertad de todos los demás; a costa de su soberanía. Allí donde los hombres aspiren a ser soberanos como individuos o como grupo organizado, tiene que someterse a la voluntad, con que me fuerzo a mi mismo, sea de la voluntad general del grupo organizado. Si los hombres y mujeres aspiran a ser libres, es a la soberanía a lo que han de renunciar. Sin embargo ni el juez ni el ciudadano Claudio Movilla Álvarez no renunció, ni a su libertad ni a su soberanía.
Y es aquí donde se apoya el juez cuya personalidad ha tratado de encarnar Claudio Movilla toda su vida en todos los momentos. Escribía “Ninguna situación jurídica que apareje la mínima dosis de interés legítimo puede permanecer sustraída al control jurisdiccional de los episodios que la configuran”.

Principio expresado en la regla jurídica que el constituyente ha introducido y sumado a la lista de derechos fundados en la dignidad del ser personal y su eminencia sobre el resto de las cosas que pueblan el mundo. El juez ha visto ampliado su compromiso constitucional, desde el momento en que ha tenido necesidad de corregir las consecuencias de la inacción legislativa

Las expectativas que había suscitado la democracia en el plano de la jurisdición, van, en adelante, a ser objeto del conocimiento y decisión gracias a jueces que como Claudio Movilla Alvarez saben colocarse en el buen camino de la democracia y de servicio a los ciudadanos.
La satisfacción de derechos fundamentales con frecuencia conlleva dificultades cuya resolución no siempre están en manos del juez. Sin embargo la lucidez y clarividencia intelectual y moral del juez han de ser protagonistas del esfuerzo transformador de liberación. El juez no puede ser sustituído por la máquina, ni la máquina por el juez.

Los hombres y mujeres sólo se pueden reconocer en la medida en que son libres. La dignidad de los hombres y mujeres son su dignidad. Esta es la razón fundamental por la que el Estado de derecho ha de articular una filosofía y una estrategia para desarrollar y salvaguardar la libertad. Pero al mismo tiempo el Estado de derechos ha de regular la libertad como un instrumento para garantizar la supervivencia de un modelo de sociedad. Y esta es la razón por la que el juez es un poder personal del Estado. El juez es Estado para la protección efectiva de las libertades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario