domingo, 1 de agosto de 2010

SOBERANISMO POLÍTICO

Que las cosas no suelen ser casi nunca lo que parece es un principio elemental en la observación de las sociedades. Si hubiera una plena coincidencia entre lo real y su representación no haría falta interpretar. Pero las cosas son más complejas. Una parte fundamental de la política consiste en llevar a cabo los resultados de dicha interpretación. Mal harían los dirigentes si creyeren que la última manifestación de Barcelona tiene un contenido nítidamente soberanista e independentista. Los políticos cuando no saben resolver los problemas reales de la ciudadanía, crean otros nuevos. Los signos son más difíciles de interpretar y tras la apariencia de abre una fosa indescifrable donde se ocultan los verdaderos significados de las cosas que nos pasan. Las pancartas suelen decir sólo parte de la verdad.
El soberanismo desde una perspectiva socialista está envuelto en exigencias distintas de otras opciones integristas territoriales o ideológicas; el socialista adquiere la identidad desde el compartir solidaria y equitativamente la riqueza; hay muchas maneras de ser socialista; los gris en política tiene el campo abonado. El nacionalista trata de engordar su identidad étnica, lo cultural forma parte de la estrategia reduccionista, la apoyatura para la diferencia y la segregación. La historia es muy elocuente, ocultarla es sembrar la acción política de incertidumbres y fracasos.
En la era de la globalización el soberanismo, la autodeterminación el independentismo son armas envenenadas; perturban la convivencia y dificultan el progreso, pero las utopías dejan de serlo cuando se trabajan los objetivos y las estrategias solidariamente y con realismo; llamar al acuerdo en una sociedad tan compleja se hace difícil. Todo es posible cuando se respeta lo humano, aun cuando apunten más allá de lo humanamente posible, producen una tensión creativa entre el presente y el futuro, entre lo realizado y los irrealizable. Las ideas que tensan nuestras expectativas son un antídoto eficaz contra el aventurerismo. El futuro debe estar abierto al pensamiento y a la acción. En este sentido, las utopías dignas de ser tomadas en serio resultan ser profundamente realistas gracias; gracias a ellas se percibe teórica y prácticamente algo que no había sido suficientemente advertido. En la medida en que llaman la atención sobre posibilidades remotas.

Moncho Ramos Requejo.

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