domingo, 1 de agosto de 2010

OTRA JUVENTUD TAMBIÉN EXISTE.

Con frecuencia nos presentan a la juventud en su aspecto inmaduro, agrio intolerante; es un análisis superficial e interesado. El ruido del botellón, de las tribus, de la droga, de la ausencia de compromisos ampliados por los medios de comunicación, nos hace difícil ver la otra cara de la realidad: la juventud humilde, sencilla, cooperadora, con intereses por saber más, siempre abierta a la innovación. La hojarasca llena de dificultades la visión de la realidad. Los creadores de opinión están dedicados a la noticia rápida, la formación de la personalidad no les interesa tanto. Se construye con mayor dedicación la imagen de una juventud opaca, conformista. La crisis económica nos ha hecho miedosos; ha entenebrecido nuestra juventud; nadie se arriesga a nada. El miedo es un recurso de la reacción.
La utopía de la autolimitación es una construcción ideológica que manejada inteligentemente da mucho juego. Todas las religiones se han servido del miedo para mantener su presencia en la sociedad. Se gobierna dominados por el miedo; miedo a perder las elecciones, al mercado, a la oposición que se agiganta. Pero si en otro tiempo, las utopías se manejaron como fuentes de legitimación, hoy están llamadas a ser incitaciones de legitimación del reconocimiento del propio valor para promocionar una visión joven de la sociedad. El paradigma del miedo ha de ser sustituido por la confianza.
Si somos capaces de establecer dentro de la sociedad una visión realista podremos construir la confianza en nosotros mismos y en las instituciones. Algo tan prosaico como una “patada” puede producir un gol que en momentos determinados puede levantar todas la expectativas e iluminar la sonrisa de todos los españoles. Pero no nos engañemos, esa “patada” ha sido precedida de muchos años de formación, de muchos intentos, de no pocos fracasos, de una estrategia, de una filosofía de la vida.
Los pedagogos clásicos son conscientes de que la juventud para triunfar ha de ser reconocida como fuerza. La juventud no es miedosa y ha desterrado de su panoplia el temor. Esta juventud existe pero lejos de amedrentarla se le han de ofrecer educación y motivaciones para desarrollar proyectos. Pero mientras la represión, la seguridad, el miedo sustituyan a la educación integral, respetuosa con la juventud, será imposible el progreso y la estabilidad.

Moncho Ramos Requejo
LR.30-VII-2010

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