miércoles, 27 de julio de 2011

EL POLÍTICO DOMINANTE

Hegemonía es un concepto muy socorrido por los marxistas clásicos. Acuñado por Gramsci fue utilizado de forma ambigua como para permitir múltiples interpretaciones. A veces se refiere únicamente al poder político ejercido mediante el liderazgo y el consentimiento de los gobernados como algo opuesto al poder político ejercido como dominación mediante la coerción. En otras ocasiones parece referirse a la combinación particular de coerción y consentimiento necesario para el ejercicio del poder político.
La supremacía de un grupo social se manifiesta de dos modos como “dominación” y como “liderazgo intelectual y moral”. Un grupo social domina a sus antagonistas, a los que tiende a “laminar” o a sojuzgar. No duda en utilizar la fuerza intelectual y moral o si fuera necesario la física. El grupo social dominante se convierte en “modelo”, que otros imitan y a los que arrastran a su propia vía de desarrollo. Esto puede realzar el prestigio y en consecuencia el poder, del grupo dominante. Pero en la medida en que la emulación tenga éxito, tiende a contrarrestar y, por lo tanto a disminuir más que a aumentar el poder del grupo hegemónico haciendo nuevos competidores y reduciendo la especificidad de ésta. Por otro lado, el término “liderazgo” se emplea para designar el hecho de que un grupo dominante conduzca al sistema del grupo en la orientación deseada, siendo percibido ampliamente como portador de un interés general. El liderazgo en este sentido aumenta el poder del grupo dominante.
Un corolario importante de este argumento es la relación entre poder distributivo y poder colectivo. El interés por crear un grupo que distribuya ideas y prácticas políticas
y que se convierta en poder colectivo, suele encontrar enormes dificultades; son muchos los que mueren en el intento. Los problemas no se resuelven sólo con buenas intenciones. La verdadera hegemonía implica el uso del liderazgo para crear un juego de suma positiva en el que todas las partes se beneficien mediante la consecución de un mayor poder colectivo, frente a los otros alternativos o contiguos. La acumulación de poder colectivos es la única base sólida para el establecimiento de la hegemonía. Los políticos sin liderazgo tienen una enorme incapacidad para crear la dirección política. Los Congresos y las Conferencias Políticas se convertirán en taller para los orfebres del navajeo y de la inconsistencia. Atrás quedan las discusiones políticas para fumigarlas con el producto de alta tecnología como es el fulanismo y el chalaneo de los principios.

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