viernes, 25 de diciembre de 2009

EL HOMENAJE A MANUEL SUAREZ.

No me sentí en lugar equivocado cuando asistí al homenaje al alcalde socialista Suárez fusilado el 27 de Julio de 1937. Se hizo lo que se podía hacer. Lástima que no se hubiera hecho antes. Se hizo por unanimidad de todas las fuerzas con representación municipal. No se hizo explícitamente contra nadie. El homenaje fue una condena de todos aquellos que mancharon nuestra historia y nuestra memoria con la intransigencia y con el odio. Una convocatoria a la esperanza y a la solidaridad de todos con todos.
La memoria no debe servir para separarnos sino para unirnos. Hemos de utilizar la memoria con sentido de la responsabilidad. La responsabilidad no deriva de lo que otros han hecho y sus consecuencias, sino del poder hacer. Si somos capaces de generar actos de incalculables consecuencias, deberíamos ya ser capaces también de calcular, de conocer las consecuencias de todas nuestras acciones llevadas a cabo en libertad. Pero ese es el problema: no tenemos la lamparilla mágica de la infalibilidad para medir en concreto las consecuencias de todos nuestros actos, aunque si sabemos que podemos pisar muchos callos. Pero sólo sabemos que está en juego, cuando sabemos que es lo que está en juego. Mientras el peligro es desconocido, no se sabe qué es lo que hay que proteger y por qué; el saber acerca de ello procede, en contra de toda lógica y de todo método, de aquello que hay que evitar. Esto es lo que se nos presenta en primer lugar y lo que, por medio del de la revulsión del sentimiento que antecede al saber, nos enseña a ver el valor de aquello cuyo contrario nos afecta tanto.
El homenaje al alcalde de Ourense, Suárez fusilado en 1937, ha sido acompañado por un proceso de educación. Educar es negarse a aceptar lo dado como definitivo. Por eso hay en toda educación una dimensión negativa, una perspectiva crítica. Decir “no” ante las pretensiones absolutistas del mundo y de la historia. Educar es estar dispuesto a oír algo. Educar es aceptar que puede suceder algo nuevo, no previsto. Educamos porque lo que puede ser de otra forma se haga realidad, y tome cuerpo estable. Educamos porque tenemos esperanza de no cometer los errores que tanto dolor han causado a vencidos y a “vencedores”. Esperamos en lo distinto en lo nuevo, en lo otro, lo alternativo. Educamos porque estamos abiertos al cambio y al progreso. Educamos porque creemos en la responsabilidad de crear un futuro de progreso y de paz.

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