domingo, 13 de junio de 2010

POLITICA DE JUVENTUD

POLITICA DE JUVENTUD
Vivimos un mundo de hiperproteción de los jóvenes; crecen blindados física y legislativamente hasta extremos delirantes. Pertenecemos a una sociedad miedosa y reguladora que ahora también quiere fiscalizar el ocio de los adolescentes bajo la falsa premisa de que son una camada inconscientemente autodestructiva. Además de la emboscada existencial, nos hemos de fijar en la moral interesada, la norma sistemática, el control obsesivo, la mercantilización de la política.
El acorralamiento, sólo propicia que los jóvenes se sientan una tribu aparte traicionados en sus aspiraciones humanas y profesionales e incomprendidos por su entorno mas intimo. Es evidente que algo estamos haciendo muy mal, cuando no conseguimos incorporar a la juventud (moderada y bien formada) a la vida política. Nadie duda de que los jóvenes tengan preocupaciones políticas. Era Jean Cocteau con otros, quien decía que los jóvenes saben lo que no quieren mucho antes de saber lo que quieren; es lógico. Nos están diciendo, no sólo a través de la abstención, sino también de signos de diverso tipo, que no les interesa la política; menosprecian un tipo de política partidista, cortoplacista en el tiempo y provinciana en el espacio, la política que menosprecia lo que ellos aprecian. Nos encontramos así ante un cruce de expectativas y realidades que se vuelve visible si hacemos una comparación entre aquellos jóvenes que hace cincuenta años lideraron la transición y estos que ahora la reciben como envenenada herencia.
La solución no es el sobreproteccionismo. Desde hace muchos años sabemos que la rebeldía tiene más que ver con la frustración de expectativas que con las necesidades reales. Los jóvenes sufren una notable frustración, no encuentran ninguna salida. La emigración, salida “fácil” de otros tiempos, hoy es mas bien una frustración. Una de las tareas más urgentes de la Política hoy, sería luchar porque desaparezca la prepotencia económica. La historia ha desmentido a Marx cuando querría reducirlo todo a la economía. El notable abandono escolar es una manifestación de la frustración social en la que interviene la sociedad en su conjunto, los padres y tutores, pero a la que no son ajenos la educación formal. Ser educadores hoy requiere una gran formación técnica y humana; impone suplir no pocas deficiencias de la administración, y de los padres.


Moncho Ramos Requejo

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