viernes, 2 de julio de 2010

EL ANSIA DE PODER

El mundo actual, como el anterior, todo se dirime con el poder. Sin en embargo el poder, no se ejerce siempre de la misma manera y por los mismo actores. El ansia de poder es la sabia que alimenta toda la actividad social Se adquiere poder en la medida en que a partir de lo que los demás piensan, quieren y hacen, uno resulta promovido en lo que uno mismo tiene intención y hace. También puede decirse: poder es la reserva de posibilidades que le están dadas objetivamente a una persona en virtud de la actitud y comportamiento de los demás, entendida como su capacidad subjetiva. El poder en este sentido es un elemento de la existencia personal socialmente condicionado.
Existe poder en la medida en que se logra suscitar interés entre los ciudadanos. Salimos del caciquismo si ese interés lo centramos en la práctica política de los dirigentes y no sólo o fundamentalmente en su persona. En la medida en que uno desee cultivar su poder y hacer uso de él, tiene que manejar la ecuación de intereses subyacentes como objeto de rendimientos calculables, que deben ser prestados recíprocamente. Para aumentar o despertar el interés de los demás en uno mismo, uno ha de invertir tanto como sea necesario a fin de aumentar la propia capacidad de influir socialmente. Aquí lo que se otorga a los demás como ventaja no equivale a su propia pérdida sino a su propia ganancia equivalentemente grande. Quien quiere aumentar su propio poder tiene que servir el interés de los demás; y quien lo descuida pierde también poder
Todo sería más fácil si el poder se obtuviera con las elecciones de los conciudadanos. Esa es una condición que no siempre ha sido necesaria; y cuando ha habido elecciones se han encontrado muchas maneras y no pocas falsas razones para llevar a cabo, no exactamente lo que los ciudadanos han pretendido con su elección. El potencial de poder de un dirigente no es siempre el mismo, cambian a merced de los intereses subjetivos de las personas. En una sociedad de la información los medios han adquirido un poder de suplantar la opinión de los ciudadanos. Cuanto más se estabiliza el poder, tanto más se parece a la fuerza; se puede aplicar unilateralmente sin tomar en cuenta a los afectados. Sin embargo, el poder no puede nunca transformarse en fuerza sino que más bien sigue siendo un potencial que la persona no tiene por sí mismo sino que sigue siendo un potencial que le viene dado por la convivencia.


Moncho Ramos Requejo

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