viernes, 2 de julio de 2010

EL SENTIDO ÉTICO DE LA CONDESCENDENCIA

Se nota la ausencia del magistrado del Tribunal Supremo y fino jurista que fue Claudio Movilla Alvarez que supo aunar a la visión del Derecho como garante de las libertades democráticas. Ponente de la sentencia del Tribunal Supremo que absolvía al alcalde de Jerez de la Frontera por sostener que “la Justicia es un cachondeo”.
Es el caso que un autor como Aranguren no vacila en admitir que “es menester reconocer que la ética normativa se encuentra estancada; reclama la reflexión acerca del pensamiento ético, sino la tarea de crear moral, si por lo menos la de revisar críticamente toda moral dada y, en especial, aquella bajo la cual vivimos. El tiempo sigue dándole la razón.
Hoy sólo por inercia, y de modo puramente repetitivo, se escriben tratados de moral, pero se huye de los problemas de fondo. Nos ocupamos de los nacionalismos y olvidamos a los marginados sociales; ya no se habla de los paraísos fiscales. El utilitarismo en sus múltiples formas marca la actividad social: es bueno lo que es útil; el brillo de los “nuestros”, es lo que interesa. La ética, no obstante, sólo es ética si es universal, lo otro son banderías y particularismos nacionalistas. Es extremadamente importante saber sí la sociedad es el resultado de una limitación del principio que dice que el hombre es un lobo para el hombre o sí, por el contrario, resulta de la interacción respetuosa y solidaria del hombre con el hombre. ¿ Lo social con sus instituciones, sus leyes proviene de la vigilancia de la policía del más fuerte o por el contrario es la educación con sus diversas formas la desarrolla el sentido ético de respeto a los derechos de los otros.?
Tanto si se escoge el enfrentamiento entre los hombres como si por el contrario se opta por el diálogo constructivo, se ha de instaurar el sentido ético de la convivencia. Chirrían el desprestigio de los políticos y de los jueces; algunas decisiones de los Tribunales no están exentos de fuertes críticas por parte de personas y organizaciones muy solventes. Escoger el camino de las mayorías mecánicas, laminando las opiniones disidentes es una opción plagada de muy malos pronósticos. Sigue teniendo actualidad el dicho de Unamuno, “vencereis pero no convencereis”. Para que se desarrolle una sociedad democrática es necesaria la ética de la condescendencia. No por marginar a los disidentes sino porque existen los disidentes dentro de un sentido ético podemos disfrutar de una democracia vital.


Moncho Ramos Requejo

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