jueves, 3 de marzo de 2011

EUROPA Y LA GLOBALIZACIÓN

En el mundo árabe se han desencadenando muchas fuerzas que hasta ahora vivían aherrojadas con los grilletes de la represión. Después de Túnez se han desarrollado diversos movimientos, sin que hoy podamos prever cuál será el final y cómo podrá afectar a los europeos. De momento se trata de la iniciación de un proceso sometido a una gran conjunción de fuerzas heterogéneas; van desde las religiosas a las económicas sin olvidar las culturales. Nos engañaríamos si creyéramos que con solo unas manifestaciones callejeras, aunque fueran masivas, hemos logrado salir de Túnel.
El descubrimiento de la importancia de lo económico en el ámbito de una economía de mercado indujo a Marx y no pocos marxistas a sobrevalorar la influencia del factor económico en general, en todos los tiempos y en todos los lugares. Diversos políticos más radicales que Marx vieron otras fuerzas capaces de producir dolor, pero que lo económico no es capaz de paliar. El diagnóstico que los sabios europeos nos ofrece, es casi dramático: envejecimiento demográfico; necesidades de una inmigración casi masiva que no sabemos ordenar ni integrar; dependencia energética; competencia a la baja que cuestiona el pleno empleo y el Estado de bienestar; desplazamiento hacia Asia de la producción, del ahorro… y de la innovación y la investigación, sin contar con las amenazas ya sufridas del terrorismo y el crimen organizado.
“Lo que vemos no es tranquilizador para la Unión y sus ciudadanos”, dicen los expertos. Y nos aseguran que, de no reaccionar “juntos y desde ahora” acabaremos siendo una especie de península colateral del nuevo centro de gravedad económico del mundo que se desplaza a velocidad vertiginosa hacia Asia.
La importancia de la opinión de los sabios, tanto en las novedades como en las soluciones, no deben sorprendernos, ya han sido adelantadas por otros analistas. Lo que llama la atención, sin embargo, es la falta de reacción de las instituciones europeas. Eso hace más difícil la aplicación de medidas eficaces. Europa ha envejecido no sólo en la población y en los problemas sino en la forma de tratarlos. Los antiguos valores de la solidaridad, de la creatividad son sustituidos por otros como la especulación, la discriminación. No es eso lo que necesita Europa. Si hasta ahora ha suficiente mantener a los tiranos en el poder, llega el momento en que se deben particular medidas eficaces para bloquear la sangría de capital humano. El eurocentrismo debe dar paso a una globalización de la riqueza y de su disfrute. La universalización de la riqueza no priva a nadie de ella, sino que nos enriquece a todos.

Moncho Ramos Requejo

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