viernes, 17 de junio de 2011

EL DEBER DE ESCUCHAR

Los Congresos de los partidos políticos pueden servir para significar un continuismo o una ruptura con la línea política general. Congresos como en el que Felipe González renunciaba al marxismo, supuso un distanciamiento de la tradición del socialismo español. Pero estaríamos en un error, pensar que se pudo crear ese Congreso rupturista sin un fuerte debate en el interior del Partido.
Pensar en un momento rupturista hoy, dentro del Partido socialista no es una tarea descalabrada. Una pérdida de votos tan significativa como ha supuesto las elecciones del 22-M requiere un análisis profundo de la práctica socialista de los últimos años. No deben estar implicados en el debate, solo los dirigentes destacados, sino todos aquellos que se sientan afectados por lo que significa socialismo; la situación nos afecta a todos; no se puede volar con un ala sola.
No resulta difícil suscribir muchas de las reivindicaciones de los jóvenes que ahora mismo se concentran en torno al movimiento del 15-M. Subyace no el deseo de suspender, paralizar o destruir el sistema, considerado éste del modo más general, como un conjunto de principios y valores donde pueden reconocerse los argumentos del Estado de Derecho y del Bienestar, de la democracia representativa, y de la convivencia solidaria y cívica. Se trata de rehabilitar las prácticas políticas que animan nuestro sistema. Recuperar valores fundamentales que permitan a los ciudadanos refundar la confianza en la cosa pública y en la política.
Entiendo que en el espíritu del 15-M se encuentran expresadas muchas de las inquietudes políticas de toda la sociedad y no sólo de un grupo de jóvenes. Confía en la capacidad del sistema para refundarse. Pero es preciso escuchar. Reflexionar, antes de hacer. La Conferencia política no puede ser el oasis sino el núcleo dinamizador de la práctica política. En la virtud de escuchar y reflexionar no hay ninguna propensión a la melancolía, ni a la parálisis depresiva. En la conversación no hay tampoco ninguna concesión al despilfarro. La disposición a escuchar, a procesar inteligentemente las situaciones y sus mensajes y a interactuar racionalmente con ellos, es condición irrecusable y previa para la acción. Es la hora de actuar a favor de una política en la que los otros no sean la mercancía sino las personas que tienen capacidad para regenerar el sistema.

Moncho Ramos Requejo

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