viernes, 17 de junio de 2011

SEMPRUM MEMORIA VIVA

Para aquellos que creemos en la libertad, en el antiautoritarismo, en la lucha contra todas las dictaduras en pro de la paz de la convivencia pacífica y del respeto de las personas, la muerte e Jorge Semprún significa una llamada a la reflexión y al compromiso con los mejor.
Hijo del embajador de la República Española en la Haya se encardinó a la Resistencia Francesa contra la ocupación alemana. Descubierto y torturado por la Gestapo fue internado en el campo de la muerte de Buchenwald.
Gracias a sus aportaciones de gran estilista en la novela, en el ensayo, en el cine tenemos noticia de un español victima de las acciones criminales del fascismo, de las dictaduras y del totalitarismo. El largo viaje es el mejor testimonio.
Semprún encarna, como pocos, una mezcla fecunda de experiencias ajenas a todas las banderas totalitarias nacionales e ideológicas y funda en ella su propia ejemplaridad. La reflexión política recogida en la pasada década en El hombre europeo y Pensar Europa corona su labor de persona y escritor a todas, como pedía Manuel Azaña, testigo sereno de los horrores y grandezas de la época convulsa en la que vivió.
En 1964 fue expulsado con Claudin y otros militantes del Partido Comunista español. Las razones esgrimidas fueron su discrepancia con la línea oficial. En realidad había descollado una línea de pensamiento opuesta a la estalinación oficial y pudieron concretar otras cosas un proyecto de reconciliación nacional y de atención a la intelectualidad. Solé Tura y otros serían los seguidores de la nueva línea de acción política. A pesar de todos siguió siendo hasta el final un militante en lucha por una democracia de izquierda sin paliativos en los diversos espacios donde militó. Fue ministro de cultura con Felipe González. Fue removido de su cartera por su desavenencias con poderes fácticos dentro del mismo partido.
Como Albert Camus se comprometió a través de la literatura con una gran preocupación moral del reconocimiento de las personas. El supo ver en el rostro de los otros el zarpazo del totalitarismo de la burocracia y denunció sin descanso la cerrazon de las dictaduras en sus diversas formas. El testimonio de Semprum tiene plena actualidad.


Moncho Ramos Requejo

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