viernes, 17 de junio de 2011

HACER POLITICA HUMANISTA

En los tiempos de la democracia clásica hacer política significaba sobre todo hacer humanismo. El modo de unir vida práctica y vida contemplativa, regida por la ética, es el concepto fundamental del Humanismo. El mundo “moderno” está perdiendo el modelo de humanismo, sin que logre articular uno nuevo.
Frente a la presión deshumanizadora del poder y de la organización de la sociedad, el individuo se defiende y adopta una estrategia de desdoblamiento. Dispone de dos discursos alternativos, practicables uno en público y el otro en privado. El discurso público es el mismo que difunde la radio la televisión, la prensa, el que se oye en las reuniones políticas. Se usa el discurso privado en casa entre amigos, o para todo dominio al que no afecte demasiado la ideología.
Este desdoblamiento deshumanizador, no es el único que conoce la sociedad totalitaria. Todavía no esta desterrada la antigua idea de una sociedad, un estado, un partido único. El totalitarismo promociona el desdoblamiento de la personalidad, la incoherencia y la violencia. El que lucha por el pensamiento totalitario debe saber batirse y no batirse, decir la verdad y no decirla, cumplir las promesas y no cumplirlas, exponerse al peligro y no exponerse, hacerse reconocer y ser invisible. [Bertol Brechet]
. El pensamiento doble, impuesto por el totalitarismo, exige que no haya sino una especie de discurso a lo largo de toda la vida del sujeto. Al practicar masivamente el desdoblamiento, la mayoría de los sujetos de los partidos totalitarios, se sienten en paz, por creer que escapan de él, en lo que consideran ser su verdadera vida. Cada uno de los hombres anclados en el totalitarismo es a la vez prisionero y guardián de sí mismo y del otro.
El resurgir de una política humanista tiene que centrarse fundamentalmente en el respeto al “otro” aún que aparezcan contradicciones. El desprecio de los otros es la manifestación más clara y terminante del fascismo. La idea de la España y de la Galicia plural, todavía no ha cuajado suficientemente, ni en nuestra sociedad ni en nuestros municipios. No se puede gobernar contra los otros, sino con los otros. El político comienza a hacerse cuando identifica la política con la necesidad de llevar a cabo los pactos que contemplen al máximo las reivindicaciones sociales de todas las personas, frente a las necesidades ficticias de la especulación y del empobrecimiento.


Moncho Ramos Requejo

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