lunes, 18 de octubre de 2010

LA DEMOCRACIAY LAS FORMAS

Se repite con insistencia que la democracia es una cosa de formas; pero no bastan; se necesita un lenguaje, contenidos, compromisos, respeto. Con demasiada frecuencia traspasamos las formas cuando nos dirigimos a las personas y a las instituciones. Las formas no son sólo el lenguaje y los modales respetuosos, sino las actitudes comprensivas, tolerantes.
En una conferencia que pronunció en Berlín en 1954, el sociólogo Franz Neuman habló de una problemática tratada con minuciosidad, en países de democracia desarrollada. Un Estado de democrático, puede estar en peligro no sólo por acontecimientos del mundo exterior, sino, entre otras cosas, por no poder asumir las funciones de deliberación y control, por la transgresión de las formas que la democracia prevé para ellos, en su papel de ciudadanos y ciudadanas.
La falta de respeto para con las formas, genera inseguridad y miedo. El miedo se manifiesta con diversos lenguajes; en cualquiera de sus maneras, es un obstáculo, no sólo desde el punto de vista intrapsíquico para cualquier manifestación de política democrática; impide que las personas alcancen y ejerciten las capacidades que son irrenunciables para formar una voluntad común: si se transgreden las formas, predominan los miedos irracionales, y no es posible desarrollar ni la capacidad de colocarse en situación de los demás, ni la facultad de revisar los intereses propios.
La clave para entender las disposiciones que hace posible una democracia viva es el respeto y la tolerancia con los otros; el discurso abierto. La tolerancia y el respeto deben estar precedidos de un proceso en el que el sujeto individual aprende a conducirse consigo mismo con “tolerancia” y liberalidad. Un proceso de tolerancia significa aprender poco a poco a disminuir las incongruencias y el carácter extraño de los deseos recientemente articulados poniéndolos en relación con objetivos más finalistas.
Los ciudadanos y ciudadanas solo poseen la capacidad de vivir en democracia sin son capaces de manejarse de manera constructiva y respetuosa con los desafíos de una democracia pluralista, cooperativa; en cambio, mientras los ciudadanos y ciudadanas se aferren a la desconsideración y al miedo como mecanismo de defensa, se seguirán dando las formas de prejuicios, la proyección del odio y la exclusión social, que son incompatibles con la tarea de una formación discursiva de la voluntad democrática. En tal sentido, el proyecto de democractización está ligado al presupuesto de una conducta respetuosa con las formas para con las personas y las instituciones.


Moncho Ramos Requejo

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