viernes, 29 de octubre de 2010

LA ENSEÑANZA DEL ESPACIO

El síndrome nacionalista tiene muchas raíces, con frecuencia remotas y obscuras. Trata de evidencias las desigualdades territoriales. Con independencia de si el actual sistema económico disminuye o aumenta las desigualdades, lo que sin duda provoca, es que las desigualdades existentes sean menos soportables, porque se hacen más evidentes. Z. Bauman habla de “velos hechos con remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, prejuicios e interpretaciones previas; velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender". El trabajo del educador y del político, es hacer ese mundo comprensible sin que eso signifique justificarlo.
En un mundo globalizado, el espacio se convierte en algo fantasmagórico desde el momento en el que se incrementan las relaciones con los ausentes y cualquier lugar está ocupado, en términos de influencia social, por realidades distintas. La realidad social no se puede explicar sin el recurso a los ausentes, del mismo modo que resulta ilegítima su gestión política ateniéndose exclusivamente a los presentes, doblados sobre el propio ombligo, sin tomar en cuenta los derechos de generaciones venideras, la sostenibilidad futura o la exclusividad que pueden provocar la decisiones de los presentes. En un mundo sin alrededores, la cercanía, lo inmediato, deja de ser la única magnitud disponible y el horizonte de referencias se amplía notablemente.
El espacio se articula en una especie de inmediatez universal. Nunca estuvieron los seres humanos tan cerca, y tan lejanos, unos de otros, como hoy. Una consecuencia de ello es que ls desigualdades sociales y territoriales se perciben mejor y los resultados menos soportables cuando las percepciones vienen acompañadas por perspectivas externas, cuando uno sabe lo que pasa en otro sitio y de este modo contextualiza lo propio, lo “desabsolutiza” y se convierte en algo que podría ser de otra manera. No podía saber uno que era pobre cuando en todo el entorno inmediato no había más que pobres. Para percibir la diferencia se requiere la capacidad de comparar, y esa comparación es factible cuando no hay nada que pueda esconderse, cuando todo está a la vista. Cada vez mayores sectores de la población mundial toman conciencia de las diferencias y de las desigualdades, sin que ello nos haga perder el sentido de la propia identidad. Intentar explicar el propio espacio, sin hacer referencia a los otros, es una tarea inútil, no nos ayudará a comprendernos a nosotros mismos y nos erigirá en lo que no somos: en algo absoluto.

Moncho Ramos Requejo.

LR 28-X-2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario