sábado, 11 de diciembre de 2010

APROXIMAR LA POLÍTICA A LOS CIUDADANOS

El distanciamiento de los ciudadanos de los Partidos políticos es un hecho constatado por multitud de investigaciones. Las causas son diversas y conocidas por los dirigentes políticos. Pero no parece que le interese demasiado. Tienen la voluntad para alimentar una autonomía que les permita ocupar una situación de privilegio sin que los ciudadanos les exijan nada que no estén en sus proyectos abúlicos.
El subdesarrollo político es uno de los objetivos de los políticos del liberalismo formal. Lejos quedan aquellos momentos de la democracia deliberativa. La deliberación democrática es un tipo ideal. Lo es en el mismo sentido en que lo puede ser el mercado de la teoría económica: unas propiedades ideales que describen el funcionamiento de una institución que asegura la coordinación de los procesos económicos. La deliberación en política encuentra diversas formas unas invocan los principios y otras acuden a las consecuencias, a sus resultados.
Los dirigentes políticos de hoy ya no escrutan las entrañas de las palomas para tomar decisiones; se confían en sesudos informes, o cuando no en el pálpito como forma de inspiración trascendental. Sin embargo sin un modelo abierto de hacer política las decisiones suelen ser extravagantes, frágiles y cambiantes. Sólo una teoría como reflexión acerca de la praxis posible puede brindarnos posibilidades de buen gobierno.
El esfuerzo de transformación de las estructuras sociales y económicas con más agujeros que un queso gruyere, no puede tener, en el liderazgo a los hombres y mujeres del quehacer improvisado y a los ciudadanos distanciados de la reflexión y de la teoría. El abandono de la participación ciudadana en el discurso político debiera preocupar a aquellos que realmente se comprometen en el logro de una mayor calidad de vida sostenible
La transformación de la realidad requiere además de la necesaria coacción de las leyes, la convicción intelectual y moral de los ciudadanos. El fideísmo es insuficiente. Tampoco el adoctrinamiento puede ofrecer una base sólida. La reflexión, el debate de las diversas opciones nos muestra opciones iluminadas con luces nuevas. El dirigente político no puede tomar a los ciudadanos como simples ejecutores de sus determinaciones, como meros activistas a quien se niegue la reflexión sobre su propia acción. De ahí que la manipulación, la sloganización la prescripción no deben aparecer nunca como elementos constitutivos de las maneras de hacer política. Un dirigente político que no sea dialogante con los ciudadanos, se constituye en dominante totalitario.
Se impone el diálogo, la cercanía con los ciudadanos, su implicación en los diversos proyectos, para que, durante el proceso de búsqueda de soluciones, reconozcan en la política el camino para la superación verdadera de la contradicción en que se encuentran, como uno de los polos de la situación. Si los ciudadanos no se consideran actores de los compromisos políticos, muy pronto los abandonaran. Dejan aquellos métodos que los han constituido en meros objetos de cambio en la feria del engaño, en que han constituido la política. Hacer humanismo negando a los ciudadanos la capacidad para tomar decisiones, es la cara más inhumana de la dictadura.

Moncho Ramos Requejo

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