viernes, 24 de diciembre de 2010

LA COMPLICIDAD

Los poderes generan complicidades activas y pasivas para lograr una acción política más eficaz. El bloqueo de los Nombramientos de los magistrados del Tribunal Constitucional, del Defensor de Pueblo, las actitudes de camuflaje de violencia política no suceden por casualidad. Se admite que todas las cosas, aún las más simples, vienen rodeadas por el desencadenamiento de otras acciones en apariencia inconexas. Cuando buscamos el envés del tejido social llegamos a percibir un entramado organizado con una lógica. La complicidad de fuerzas extrañas o aparentemente extrañas están en las raíz de no pocas acciones. La consolidación de este modelo de democracia ha necesitado de complicidades a veces extrañas, no esperadas y en otras ocasiones propias y naturales al mismo proceso. Pero las complicidades cambian como las estaciones. Los modelos cambian como la estaciones. Las mismas fuerzas que construyeron la democracia tienen el deber de sostenerla en su pureza primera sin permitir mitos y costumbres del pasado.
La abstención puede ser una .renuncia al deber. Simone de Beauvior sostenía que “toda abstención es complicidad”, con tal de que la omisión se interprete como complicidad para el mal, para la. producción de daños.
Ser cómplice quiere decir que estamos co-implicados con una manera de ver las cosas y un conjunto de sucesos. Habría una complicidad pasiva o indirecta y otra más activa o directa. La omisión puede ser no ya una dejación, un estado de ánimo, sino también una colaboración consciente y premeditada. Hay formas activas de connivencias con la producción pública de la desgracia ajena, que son casi indistinguibles de una complicidad pasiva. Una de ella, es la que brota de la mera negligencia. Debería ser tenido por responsable del daño que otro comete quien actúa de modo tal que los demás puedan inferir con fundamento que concuerda con el perpetuador. El sujeto se vuelve cómplice real de un daño que no ha querido entender, ni siquiera ha querido analizar.
Quien sufre las consecuencias de las complicidades no son los individuos aislados solo, los colectivos, lo es el mismo proceso democrático, el juego de métodos de convivencia. La opinión pública es el espectador y al mismo tiempo el juez de las complicidades malévolas y de las desidias. En el lenguaje jurídico se denomina “en vigilando” a la obligación de precaverse y no embarcarse en complicidades destructoras de la democracia. Los ciudadanos vemos cada vez más violentada nuestra capacidad para no ser cómplices de los desmanes de nuestros gobiernos. Se pretende abotargarlos con la seducción mediática. No siempre el ciudadano tiene la inteligencia para zafarse del entramado ideológico que consciente o inconscientemente atosiga la libertad de pensar. La abstención pasiva es una suerte de desistimiento interno o externo que serviría para perpetuar la negatividad del proceso democrático.


Moncho Ramos Requejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario