domingo, 19 de diciembre de 2010

LA CONNIVENCIA

La connivencia es una de esas figuras bastante desdibujada en el imaginario de nuestra sociedad. Se hace necesaria su actualización para explicar muchas de las acciones de masas. Los dirigentes sociales no estiman oportuno dirigir determinadas orientaciones, pero están dispuestos a ser conniventes con otras personas para llevar adelante los proyectos. El reciente plante de los controladores aéreos no se explica sino admitimos connivencias pasadas y presentes con determinados actores sociales.
Una definición aproximada del Estado ha de contemplar la libertad de las partes para suscribir contratos que no violen los derechos de un tercero. La libertad para suscribirlos genera obligaciones y derechos. El Estado es el garante El Estado ha de salvaguardar siempre los derechos de los ciudadanos. En este ejercicio se ha desarrollado una figura jurídica con un fuerte impacto para la convivencia: legislar para la prevención de los sucesos. El Estado debe adelantarse a los sucesos y al mismo tiempo ha de tener la suficiente agilidad intelectual para aplicar y actualizar las normas con el fin de mantener y desarrollar la paz social.
Toda la construcción de la economía capitalista no distinguen claramente entre satisfacer “necesidades” y preferencias, dentro de la pluralidad de ofertas del mercado. La satisfacción de necesidades hace posible la vida; la satisfacción de preferencias la hace agradable. Pero para poder ser agradable antes, tiene que ser posible. El reconocer necesidades humanas o sofocar su satisfacción en nombres de las preferencias hace hoy la diferencia. En el recorrido de garantizar la satisfacción de las necesidades y no necesariamente las preferencias se muestra el perfil de los Estados. Sin embargo entre la verdad y la praxis realizada se encuentra la mediación de la “falibilidad”.
En este recorrido, las actuaciones del Estado siempre tendrán críticos. Se hablará del Estado entumecido, inoperante, impotente; no faltarán aquellos otros que lo acusaron de amordazar las libertades. La evolución de la sociedad nos impone actualizar nuestros conocimientos sobre los comportamientos sociales y políticos. No son aplicables los conocimientos del marxismo fundamentalista, ni tampoco podemos refugiarnos en los conocimientos del neoliberalismo. Una posición ambigua, de connivencia o de solidaridad, con los que prefieren la satisfacción de sus intereses particulares antes que los generales puede significar una connivencia con los delitos. El trato versallesco del parlamento puede permitir y amparar muchos juegos florales, pero todos debemos tener la seguridad de que determinadas actitudes agresivas para la convivencia social y desestabilizadoras, no pueden quedar impugnes. Las argucias políticas son argucias, pero no argumentos jurídicos respetables. La connivencia con conductas obscuras puede ayudarnos a resolver algunos problemas pero socavan la credibilidad del Estado. Los posibles errores en la gestión de un problema no deben amparar los microgolpes al Estado de Derecho.


Moncho Ramos Requejo

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