lunes, 29 de noviembre de 2010

PARTIDO DE MASAS

Los partidos como las personas se desarrollar alrededor de dos ideas el conocimiento y la libertad. El placer de sorprenderse, de no dar nunca por seguro nada, de aprender a conformarse en circunstancias de precaria inestabilidad que podría confundir o aterrorizar a la mayoría de las personas.
En una sociedad de la información en la que priman los club de información y de pensamiento, necesariamente abierta pero suficientemente cerrada, teóricamente interclasista, pero polarizada en la capacidad para adquirir riqueza, en la que se han modificados profundamente los intereses sociales, parece que debería estar superado el concepto de partido de amigos. No es así. Hasta ayer un dirigente político de un partido político de Galicia mantenía la idea del partido como núcleo de dirección política. Un amigo que atrae amigos. Ese puede ser un inicio con la condición de que se convierta en una masa con personalidad y coherencia interna. Y la coherencia se funda en la discusión universalizad, la ilustración, la fidelidad a las decisiones tomadas.
Los medios de información, la ilustración de los ciudadanos, la capacidad para tomar decisiones, han reventado el concepto de partido-club. Pudo ser un modelo cómodo para perpetuizar una forma de caciquismo, pero los individuos desean cada día con mayor fuerza gozar de capacidad para tomar las propias decisiones. El miedo como recurso político tiene sus limitaciones, aunque se administre con inteligencia no puede recurrirse a él permanentemente. El miedo al miedo, debería ser el recurso más utilizado por los políticos. Sucede todo lo contrario: se fomenta el miedo para privarnos de luz en la toma de decisiones.
El travestismo político se ha impuesto en nuestras relaciones políticas; pedir fidelidad a las promesas, a los programas en estas circunstancias, parecería una utopía; no es así, se pueden modificar las expresiones, los lenguajes, pero es difícil encontrar sustitutivos fáciles, a los fundamentos que dieron origen a la diversidad de partidos. No puede descuidarse el rigor en el análisis. La exigencia de que uno se endurezca a sí mismo contra la autocompasión implica la necesidad técnica de oponerse a cualquier relajamiento de la tensión intelectual con la máxima vigilancia, y de eliminar cualquier cosa que haya empezado a incrustarse o a amontonarse ociosamente. El no sentirse propietario de su propio programa debe formar parte de la moralidad de la política de los partidos.


Moncho Ramos Requejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario