viernes, 16 de septiembre de 2011

GENERAR MIEDO

No solo las dictaduras gobiernan mediante el miedo. Todos los gobiernos se dedican fundamentalmente a montar la industria del miedo y la vulnerabilidad psicológica y económica de los ciudadanos. Al mismo tiempo crean istrumentos capaces de superar los mecanismos de autodefensa. Se ha creado la sociedad del miedo.. Se piensa desde el miedo; se actúa desde el miedo; se hace política desde el miedo. No sucede nada en nuestro día a día que no esté coloreado con este sentimiento de vulnerabilidad que nos hace vivir en vísperas de la catástrofe. No faltan los manipuladores profesionales que, a costa de lo que sea, se aprovechan de la debilidad de los ciudadanos para hacer valer sus pretensiones. El miedo se ha globalizado.
En el pasado, el miedo oficial, fabricado por el poder, actuaba en nombre de su modelo y ancestro cósmico. El condensado miedo oficial con sede en la misma sociedad ha sido desarmado y pulverizado, y el polvillo resultante de esa demolición se hace presente en la vida individual. El miedo fabricado, le ha llegado el turno de ser, a su vez mediado, bajo la forma de innumerables terrores individuales incluidos dentro de los repliegues sociales de inseguridad, incertidumbre y desprotección que evidencian en distinta medida y con distinto grado de franqueza, la fuerza inhumana del destino fabricado por el hombre.
Al individuo se le ha dado la libertad de crearse sus propios miedos, de bautizarlos a su antojo y de enfrentarlos a su modo. El gran miedo ha sido dividido en pequeñas unidades y privatizado. A ninguno de ellos se le ha dado la oportunidad de retrotraerse a su forma de gran opresión o grandiosa rebelión. El miedo se ha instalado en la privacidad de los hogares. Los sujetos con miedo tienen dificultades, a veces insalvables, para asociarse; cuando lo hacen no se reconocen unos a otros fácilmente. A esa dificultad de coincidir y converger, de mezclarse y combinarse, de unirse y de ser unidos se le ha llamado libertad individual.
En otros momentos y en otras latitudes el poder sigue generando miedo a través de la fuerza física. Los presupuestos dedicados a incentivar políticas represivas no han dejado de crecer. Pero al mismo tiempo se han desarrollado otras técnicas más sibilinas y con mayor capacidad de desrucción de la libertad de las personas. Se han articulado legislaciones “democráticas” para fortalecer a los Bancos, a los Funcionarios de hacienda, Agencia tributaria y hacerlos autónomos frente a las necesidades sociales. La lucha por una sociedad democrática no debe cesar hasta reconciliar esos poderes “autónomos” con los intereses de los ciudadanos. Con el miedo incubado por la sociedad sólo sentiremos su lastre de la libertad. El gran trabajo de la democracia supone superar el miedo al miedo generado por el poder.

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