domingo, 25 de septiembre de 2011

LA DERECHA NO ES "TONTA"

La hipoteca de la utopía; el embargo de la idea de progreso en una generaciones destinadas a vivir en condiciones más precarias que sus padres; la desaparición de la ideología como coartada fácil, dejan a la política ya sus actores postrados en la inoperancia y en la debilidad. La política en la versión de Maquiavelo sigue con plena actualidad: es la lucha por la conquista y el mantenimiento del poder. Todo está en función de este objetivo.
La lucha por el poder hace que la dinámica social consagre amigos y enemigos cuando en realidad sólo lo son en aspectos parciales. El resentimiento con que gobierno y oposición se tratan para acabar haciendo política que a lo sumo se diferencian por matices, desdice toda idea adquirida sobre la dignidad de la política. Puede parecer exigencias del guión de la sociedad del espectáculo. A falta de discusión que hagan aflorar proyectos alternativos. Se crean ruidos informativos para distraer al personal. El que pone la máscara y el que la ha de llevar desarrollan fenomenologías diferentes que se separan y se reencuentran según los intereses del momento.
Uno de los errores de algunos militantes de izquierdas es calificar peyorativamente a la derecha. A veces aparecen dichos como “son tontos”. Con ánimo de desprestigiar se vuelven contra el que los ha proferido. Es un error calificar a la derecha de “tonta”. Ha gobernada el mundo desde que éste existe, salvo algunas concesiones. Sin embargo la izquierda se ha tenido que conformar con reformas sin que ello modifique la estructura de los gobiernos. Por eso hemos de abandonar la descalificación gratuita y adentrarnos en la búsqueda de posiciones convergentes o alternativas según los casos.
La racionalidad de la política se reduce al juego de estrategias y de tácticas para la conquista y mantenimiento del poder. Para realizar su pasión por el poder, el gobernante, en sintonía con la democracia, debe trabajar siempre con un oído puesto en la ciudadanía que le ha de votar y otro en el poder económico que es quien puede hundirle utilizando en dinero contra él. Si predomina lo económico estamos abocados a una modalidad de fascismo. Este equilibrio debe satisfacer a todos, y todos han de saber que el deterioro de dicho equilibrio destruye la convivencia necesaria para el progreso estable. El diálogo ha sido la estrategia más eficaz para el progreso.

Moncho Ramos Requejo

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