sábado, 27 de agosto de 2011

SOLIDARIDAD CON EL ESTADO


Una de las palabras más usadas hoy es la de “solidaridad”. Pero . sorprenderíamos si pidiéramos solidaridad con el Estado. Los neoconservadores han tratado de debilitar el Estado. Procuran revolverlo contra los intereses de la mayoría favor de un conjunto de burócratas y aprovechados especuladores.
El Estado está lejos de cumplir los objetivos de optimización por el que tantos han luchado y luchan. La ciudadanía es un estatus que sólo puede existir bajo un régimen adecuado de derecho. Huelga decir que las leyes sólo hacen eso mientras respeten los intereses y las ideas comunes del pueblo frente a los intereses de los especuladores. Sólo en ese sentido el Estado es garante de libertad. Deben rechazarse aquellas definiciones de libertad que, haciendo esencial una libertad cívica que la experiencia muestra inalcanzable, inflaman expectativas incumplibes y enturbian el contento público.
La solidaridad de los ciudadanos con el Estado como bien público, requiere que el Estado los respete, en esta época marcada por la incertidumbre, la vulnerabilidad y la segregación social. Hay que considerar la inversión social en un Estado solidario como una exigencia para salir de la recesión económica, que en buena medida tiene sus raíces en la crisis social que estamos viviendo. Hay cambios y medidas de control que, si se planifican adecuadamente, ni perjudican la credibilidad del buen hacer de un Gobierno ni hacen sufrir a los ciudadanos. Albergo aún la esperanza de que haya cierta autocrítica y rectificación para continuar también con la esperanza de que una sociedad mejor es posible.
La desafección de los ciudadanos, el distanciamiento de las instituciones, del propio sistema político están siendo en la gestión de esta crisis más explícitos que nunca. Es el momento de alejarse de los intereses de los burócratas y arrivistas para poder mantener la solidaridad con el Estado de derecho. No es una tarea fácil, pero así garantizamos la libertad como no-dominación, como no-interferencia. Los mantenedores del falseamiento de la democracia tendrían demasiado trabajo para justificar sus errores. Necesitamos una regeneración ideológica que alimente el Estado solidario con los ciudadanos.

Moncho Ramos Requejo

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