martes, 30 de agosto de 2011

SOCIALISMO Y EDUCACIÓN


Las dificultades de la izquierda hoy para hacer sentir sus aportaciones no provienen solamente de la economía sino de un conjunto de factores de orden diverso. Hoy hay que descartar la construcción del socialismo desde guetos. Pero es un error capital pretender crear un sistema socialistas atenazados bajo
las leyes del capitalismo. Los pactos son necesarios y no podemos sustraernos a sus riesgos, pero es imprescindible estar atentos.
Desde las propias filas socialistas existe una clara conciencia de la falta de respuestas a los desafíos actuales. La socialdemocracia ha de buscar urgentemente respuestas a nivel local y a nivel global. De la izquierda se esperan nuevas luces para que la dimensión humana domine sobre el capitalismo y no al revés, como ocurre. Es necesario que el socialismo repiense su presente sin distanciarse de sus orígenes. El futuro debe pasar por prestar más atención al individuo y a su participación social. El futuro de la socialdemocracia exige desarrollar otros modelos de democracia participativa y deliberativa. Esta mayor atención al individuo constituye una de las bases del discurso socialista. Una sociedad en la que el Estado cuide a cada uno, lo que implica una revolución de los servicios públicos, que hasta ahora han funcionado sobre la base de reglas generales, sin encargarse de cada ciudadano. Ello no significa desarrollar el Estado paternalista, ni el Estado benefactor, sino el Estado que trata desarrollar una sociedad, cuyo centro sea lograr la igualdad de oportunidades a través de una educación integral, recuperadora del sentido de la dignidad de las personas. En este marco la didáctica Paulo Freire tiene plena actualidad.
Las relaciones sociales que establezcamos siguen siendo la gran inversión en la educación. El niño no aprende sólo por lo que le “digamos”, sino por lo que seamos capaces de hacerle vivir en libertad. La comprensión que un ciudadano tenga de las relaciones sólo puede brotar de las relaciones que ha vivido. La idea convencional de la educación que destaca la competición para obtener una personalidad social debe ser matizada en el sentido de que el desarrollo del ser cooperativo ofrece más seguridad y eficacia que el simplemente competitivo.

Moncho Ramos Requejo

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